23/10/2025
Educación Superior

El normalismo, en la mira

Carlos Ornelas
27-Ago-2008
Los maestros poseen una ideología de gremio, el normalismo mexicano que, junto con las relaciones clientelares y su estructura corporativa, le permitió al SNTE mantener la cohesión de la cofradía por décadas.

Carlos Ornelas

Solidaridad con Nelson Vargas y Silvia Escalera.

De acuerdo con el politólogo italiano Gianfranco Pasquino, las crisis se caracterizan por tres elementos: un carácter instantáneo e impredecible, su duración es limitada y, sobre todo, por su incidencia sobre el funcionamiento del sistema. Cuando no son económicas, las que tienen su propia dinámica, las crisis políticas o de gobernación se originan por luchas en el terreno de las ideas, aunque las condiciones que las precipitan puedan tener largo tiempo de maduración.

Parece que la declaración altisonante de Elba Esther Gordillo el día que comenzaron los cursos escolares, de que hay que “[…] revisar el funcionamiento de las escuelas normales […] porque es muy grave estar preparando personal para el desempleo”, engendró un debate que tal vez reúna las tres características de la crisis. Los resultados del examen de ingreso a la carrera docente pusieron el dedo en la llaga, aunque el deterioro académico y político de las escuelas normales era un secreto a voces desde la década de los ochenta. Pero el SNTE siempre las defendió y trataba de ocultar sus fallas, hasta las de las normales rurales. Continuar con un discurso triunfalista ya no le redituaba bonos a su presidenta; acaso ella misma será la enterradora del normalismo mexicano.

Los maestros poseen una ideología de gremio, el normalismo mexicano que, junto con las relaciones clientelares y su estructura corporativa, le permitió al SNTE mantener la cohesión de la cofradía por décadas, a pesar de los movimientos disidentes en su interior. Como todas las ideologías particulares (según las denominaba Antonio Gramsci), el normalismo no posee un conjunto de principios filosóficos y guías de largo alcance, aunque sí genera cierto tipo de prácticas que tienden a uniformar los miembros de esa comunidad. También propaga normas de conducta y siembra motivos de orgullo en la profesión. Pero, al carecer de una ética fundada y pruebas palpables de logros comunes, esa ideología deja de ser útil.

El maestro normalista Rey David Cruz Velazco, en una misiva que me envió el año pasado con motivo de uno de mis artículos, afirmó: “El normalismo es una quimera, una revoltura ideológica, sentimental, interesada y patriotera que, en efecto, trata de recuperar una identidad con retazos históricos de lo más destacado de buenos maestros y tradiciones, pero que en realidad nunca ha existido como tradición, cuerpo de ideas e innovación”. Por eso las frases (quizá sin mucha reflexión detrás) de la señora Gordillo, desataron un debate y respuesta con marchas y protestas de manera instantánea en todo el país. Hoy nadie puede predecir qué sucederá con los nuevos sublevados, que se suman a la disidencia tradicional.

Tal vez me equivoque, pero pienso que esta vez a la presidenta del SNTE le falló su olfato político. Uno de los atributos más desarrollados de Elba Esther Gordillo es lo que los estadunidenses denominan el timing, el sentido de la oportunidad, que le ha permitido acumular un poder enorme. Ella acostumbra apoderarse de planteamientos de la SEP o de organismos internacionales y presentarlos como propuestas sindicales, aunque las haya impugnado el día anterior. Recuerdo que se oponía con toda su fuerza al esquema de carrera magisterial que el sector modernista de la SEP tenía en su agenda desde los años 80, mas lo amoldó a sus intereses y lo propuso como suyo; también, el concurso de ingreso de este mes. Hoy toma como bandera propia, aunque con miras reducidas, otra idea que se ha manejado en la SEP desde los años de don Jesús Reyes Heroles: diversificar y ampliar el campo de las escuelas normales.

Es probable que el alboroto causado por la declaración de Gordillo concluya en plazo breve, como señala Pasquino, pero acaso tenga una mayor incidencia en la vida de las normales. El segmento de modernizadores, que hoy encabeza Josefina Vázquez Mota, impulsa proyectos, no le deja todo el espacio al SNTE, con todo y que el yerno de Elba Esther Gordillo sea el subsecretario de Educación Básica. Es casi seguro que algo se está cocinando en la SEP; el alarido de la presidenta del SNTE y la experiencia anterior enseñan que quiere aparecer como la abanderada de ese quid. Pero los normalistas no se quedarán con los brazos cruzados, tienen su causa: conservar sus privilegios existentes.

Continúo con la carta del maestro Cruz Velazco. “El normalismo surge como postura que se defiende contra las teorías extranjeras, contra los universitarios y contra todo el que atente criticar los usos y vicios en la formación de maestros”. Esa posición está hoy en crisis. La salida no es “cerrar las normales”, la mejor apuesta es extender su hacer y, como en otras latitudes, transformarlas en universidades, para formar los docentes del siglo veintiuno.

¡Bienvenida esta crisis! Tal vez algo bueno surja de ella.

Retazos

¡Basta ya! Es inaceptable que la familia Vargas Escalera implore clemencia a delincuentes que deben estar en prisión.

carlos.ornelas10@gmail.com

Es probable que el alboroto causado por la declaración de Gordillo concluya en plazo breve, como señala Pasquino, pero acaso tenga una mayor incidencia en la vida de las normales.

El normalismo, en la mira – Excélsior


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