22/10/2025

Los cacicazgos, obra del Estado

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Por: Avelino Soto Ugalde | 27 de Enero del 2012 |

¿Tendrá la maestra Elba Esther Gordillo Morales toda la culpa del desastre educativo nacional, así como del imperio político que construyó a lo largo de estos más de veinte años transcurridos desde que la encumbró como dirigente del SNTE, Carlos Salinas de Gortari?
Mucho me temo que no.
Todos los cacicazgos que hemos padecido desde los inicios del Estado mexicano surgido del movimiento revolucionario de 1910, han sido obra del propio Estado, independientemente de los individuos que lo hayan encabezado.
¿Quién construyó el cacicazgo de Joaquín Hernández “La Quina”, en Petróleos Mexicanos? El mismo gobierno.
¿Quién hizo lo propio con los ferrocarrileros?
El magisterio no podía ser la excepción. A Carlos Jonguitud Barrios lo encumbró Luis Echeverría Álvarez en septiembre de 1972, cuando se convenció de que el anterior cacique del SNTE Jesús Robles Martínez, a través de su alfil Carlos Olmos Sánchez, ya no le garantizaba al gobierno la estabilidad del magisterio. Echeverría Álvarez le permitió a Jonguitud  hacer uso hasta de las armas para expulsar del edificio sindical a los seguidores de Olmos Sánchez.

Ya con el cacicazgo de Jonguitud, Echeverría continuó haciendo lo que sus antecesores: entregar la Secretaría de Educación Pública a esa camarilla. Pero con él se fue más lejos: el gobierno de Echeverría hizo renuncia absoluta de la rectoría de la educación nacional, muy a pesar de lo establecido en el artículo Tercero constitucional. A partir de eso, el sindicato o el cacique hicieron lo que les vino en gana con este importante y determinante servicio para el avance y desarrollo del país.   
En abril de 1989, llegó a su fin el cacicazgo de Jonguitud Barrios. Pocos meses después del arribo de Carlos Salinas de Gortari a la Presidencia de la República, casi inmediatamente después de haberle asestado el golpe político mortal a “La Quina”, y ante las protestas masivas del magisterio que a nivel nacional tenían lugar desde hacía meses, se decidió quitarlo y encumbrar en su lugar a la maestra Elba Esther Gordillo Morales, quien había crecido políticamente al lado de Jonguitud.
Salinas de Gortari continuó en la misma línea de sus antecesores: dejar que la maestra hiciera con la educación lo que sus particulares intereses le dictaran.
Claro que la maestra Gordillo llegó más lejos que el anterior cacique. El control que ha llegado a tener no es únicamente del sindicato de maestros, sino que también la administración de la SEP está en sus manos: las treinta y dos o treinta y tres secretarías de Educación de los estados están bajo su control. Con muy honrosas y contadas excepciones, algunos gobernadores tienen a gente de su confianza en dicha secretaría.
Pero a nivel de la propia SEP, se ha dado el lujo de poner a su yerno como subsecretario de Educación Básica para el país. El magisterio está de esta forma, sindical y administrativamente bajo su estricto control.  
Sólo la gente de su estricta confianza ocupa puestos directivos en el aparato educativo y sindical.
Los gobernantes, que equivale a decir el Estado, al renunciar a la rectoría de la educación, de hecho abandonaron la formación que requieren las nuevas generaciones de mexicanos. En estas condiciones, quien llegue a la SEP, nada podrá hacer en beneficio de la educación nacional si no cuenta con la aprobación de la maestra.
Por eso suenan hueco las palabras de la candidata del PAN a la Presidencia de la República en materia educativa, Josefina Vázquez Mota, si ya demostró que dócilmente se sometió a los dictados de la maestra cuando Calderón la puso en esa secretaría.
Pero el poder de la maestra Gordillo no se concreta al control del SNTE y de la SEP; su poder se extiende a otras esferas del Estado mexicano. Ella tiene el control del ISSSTE y de toda la burocracia que está al servicio de la institución. Su poder es tal que le permite quitar y poner a los directores generales de dicho instituto.
El último pilar para seguir construyendo su poder, es el partido político que se propuso crear y registrar hace poco tiempo.
¿Quién ha consentido de manera tan generosa a la profesora Elba Esther Gordillo?
Indiscutiblemente que los gobiernos de la República y ahora sin distingo de signos políticos.
Tanto el PRI como el PAN son responsables del desastre educativo nacional. Ninguno se salva de esa responsabilidad, puesto que ninguno de los gobiernos emanados de esos institutos políticos han estado dispuestos a tocar así sea con un pétalo de una rosa, a quien todos cortejan por lo que representa políticamente.
La clientela electoral a todos seduce, qué importa que en conquistar esa fuerza electoral se atente contra los intereses del país.

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