(A la memoria de Héctor Manuel Lara Moreno. 8 de junio de 2012)
Profr. Juan Ríos Pérez
Cuando un amigo se va, una estrella se ha perdido,
la que ilumina el lugar, de un gremio jamás vencido.
Ya hace un año de su partida y no nos podemos acostumbrar,
son tantos los gratos recuerdos, difíciles de olvidar.
si de describir se tratara, describiría a un alma indomable,
de carácter afable y cordial, siempre con una franca sonrisa,
de abrazo corpulento y fuerte apretón de manos.
De irradiante optimismo y contagioso sentido del humor,
“Su fortaleza tenía una fuente sin fin, tener a su familia frente a él,
Sus nietos hacían gracias o monadas que lo transformaban en un niño más,
éste era su secreto para revitalizarse nuevamente”.
De Cervantes Saavedra y Díaz de Vivar, alimentaba su espíritu,
idolatraba al Quijote, también a Sancho y admiraba al Campeador, algo de ellos reflejaba, cuando de locuras se hablaba.
En un pesado portafolio, como a su biblia, cargaba leyes y reglamentos
que en sus reclamos y alegatos le servían de sustento.
Como buen orador, amistoso conciliador, don de gentes y carismático,
su buena estrella lo elevó a adquirir un auténtico liderazgo dentro y fuera del ámbito magisterial, con virtudes y defectos,
que no minaron la admiración y respeto de amigos y autoridades de gobierno.
Cuando un amigo se va, deja un espacio vacío,
que no lo puede llenar, la llegada de otro amigo.
A los verdaderos amigos le confiaba sus cuitas y secretos,
velar por la unidad sindical y pelear la consolidación del SETE,
evitar rupturas internas y lograr la conciliación de los errores.
Al futuro dirigente deben nombrarlo por mayoría de votos: todos,
cerrar filas en torno al ganador y no abandonar la lucha, so pena de perderla.
“Lo que él provocaba en nuestras vidas es difícil de igualar, tenía el Don de inyectar fortaleza, aún cuando el panorama era incierto.
Sólo escuchar su voz, provocaba un instantáneo sentimiento de protección
Y si lo acompañaba de un abrazo y un tierno beso quedabas blindado ante las adversidades”
“Unidos por la tristeza, rendimos honores al ser más noble que he conocido, hasta en sus últimas horas de vida, dejó de lado su propio dolor, pensando en ayudar al prójimo; orgullosamente es mi padre”. Wendy Lara Ochoa
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