23/10/2025
Educación

La boleta de calificaciones

El Porvenir |Cultural |

Por: José Martínez Colín, Domingo, 30 de Junio de 2013

calificacionesEl siguiente relato que me hicieron llegar y que se relata en primera persona es una advertencia a tener en cuenta.

“Más vale escarmentar en cabeza ajena” nos advierte el dicho, a fin de que no caigamos en los mismos errores que vemos en los demás.

El siguiente relato que me hicieron llegar y que se relata en primera persona es una advertencia a tener en cuenta, pudiéndola aplicar a nuestras circunstancias personales.

Era miércoles, 7:00 p.m. llegué puntual a la escuela de mi hijo. “No olviden venir a la reunión, es obligatoria”, fue lo que la maestra había dicho un día antes, y era la razón de encontrarme ahí muy a mi pesar, pero… ¡Quien se cree la maestra!, ¿Piensa que puede disponer de nuestro tiempo a la hora que diga? Si supiera qué importante era la reunión que tenía a estas mismas horas.

De eso dependía un buen negocio y… tuve que cancelarla. Pero en fin, ahí estábamos todos: Papás y Mamás, como nos habían pedido.

La maestra empezó puntual, agradeció nuestra presencia y empezó a hablar de unas calificaciones especiales, pero no recuerdo qué dijo pues mi mente estaba pensando en cómo resolver lo de ese negocio, probablemente podríamos comprar esa nueva televisión con el dinero que recibiría.

En eso, un grito: “¡Juan Rodríguez!”, escuché a lo lejos. “¿No está el papá de Juan Rodríguez?”, dijo la maestra: “Si aquí estoy”, contesté pasando a recibir la boleta de mi hijo un poco apenado.

Regresé a mi silla y me dispuse a verla. La abrí y lo primero que veo son unos números nada gratos: “¿Para eso vine? ¿Qué es esto?” La boleta estaba llena de 6 y 7, la guarde inmediatamente, escondiéndola para que ninguna persona viera las porquerías de calificaciones de mi hijo.

De regreso a casa iba en aumento mi coraje, a la vez que pensaba, “¡Pero si le doy todo! ¡Nada le falta! ¡Ahora si le va a ir mal! Me estacioné y salí del coche, entré a la casa, azoté la puerta y grité: “¡Ven acá Juan!” El pequeño Juan estaba en su recámara y corrió a abrazarme: “¡Papá!, ¡Papá!” “¡Que papá ni que nada!”, lo retiré de mí, me quité el cinturón y le di de golpes, al mismo tiempo le decía lo que pensaba de él.

“¡Y te vas a tu cuarto!” terminé, creyendo que estaba haciendo lo correcto. Juanito se fue llorando, su cara estaba roja y su boca temblaba.

Mi esposa no dijo nada, solo movió la cabeza negativamente reprobando mi actitud, pues sabía que así no se puede hablar conmigo y se fue a la mesa.

Cuando me fui a acostar, ya más tranquilo, mi mujer me entregó la boleta de calificaciones de Juan, que estaba dentro de mi saco y me dijo: “Léela despacio y después toma tu decisión”.

Esta decía así: BOLETA DE CALIFICACIONES “¡Para el papá!” TIEMPO QUE LE DEDICAS A TU HIJO CALIFICACIONES En conversar con él: 6

En jugar con él: 6

En ayudarlo a hacer la tarea: 6

En salir de paseo con la familia: 7

En contarle un cuento antes de dormir: 6

En rezar con él antes de dormir: 6

En abrazarlo y besarlo: 6

En ver la televisión con él: 7

En escucharlo: 6

“¡Él me había puesto puro 6 y 7… la verdad es que yo me hubiera puesto menos de 5 en todo”.

Me levante y corrí a la recámara de mi hijo, lo abracé y lloré… Quería regresar el tiempo, pero era imposible.

Juanito abrió los ojos, aún estaban hinchados por las lágrimas, pero me sonrió, me abrazó y me dijo: “¡Te quiero mucho papá, perdóname!”, cerró sus ojos y se durmió.

Nunca lo olvidé. Mi hijo me había dado la lección más útil para mi vida, que no iba a desaprovechar, procurando sacar las mejores calificaciones en adelante.

(articulosdog@gmail.com)

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